Televisión digital

Autores/as

  • Jimena Gutiérrez Barbagelata

Resumen

Cuando hablamos de televisión, así a secas, naturalmente tendemos a pensar en nuestra vilipendiada televisión abierta o -para ser más ortodoxos- radiodifusión televisiva o televisión de libre recepción. Radiodifusión, por cuanto se sirve precisamente del espectro radioeléctrico para transmitir la información al terminal receptor y de libre recepción, por cuanto corresponde a uno de aquellos servicios de telecomunicaciones cuyas emisiones están destinadas a ser recibidas libre y directamente por el público en general  (1) y cuya penetración a nivel de hogares en Chile alcanza alrededor del 95% de los mismos, con cerca de 6,3 millones de aparatos receptores. En efecto, el 87% de los hogares chilenos dispone de un televisor en colores.(2) 

La libre recepción de la señal de televisión implica que su captación es gratuita para el destinatario de la misma. Dada la gratuidad del servicio, los ingresos de los operadores o broadcasters provienen del avisaje comercial, repartiéndose entre ellos la torta publicitaria según los niveles de sintonía que alcance su respectiva programación (salvo en el caso de alguno que otro canal sui generis, cuyos ingresos probablemente provengan de sus televidentes feligreses).

Paralelamente a la televisión abierta, encontramos a la televisión pagada, constituida en Chile por la televisión satelital y el denominado TV Cable, que corresponden a servicios limitados de televisión(3) y en cuyo caso las emisiones o transmisiones están destinadas a un grupo específico de personas que paga por su recepción, y que en nuestro país no alcanza al millón de personas, con conexiones regulares.(4)

De lo anterior resulta evidente que el empoderamiento social -o, si se prefiere, el posicionamiento cultural- de la televisión abierta, como medio canalizador de información (o desinformación, según algunos) en Chile, es enorme. Ello, considerando que sólo el 20% de los hogares chilenos cuenta con un computador y, de ellos, el 10% -o sea solamente la mitad- tiene acceso a Internet. Por su parte, poco más del 50% de los hogares tiene línea telefónica fija, mecanismo tradicional de conectividad, si pensamos en la anhelada Sociedad de la Información.(5)

Técnicamente, la televisión abierta recibe también en la actualidad la denominación de (televisión) analógica, adjetivo que apela a la modalidad de transmisión de la señal audiovisual. En efecto, aquélla utiliza una señal analógica de transmisión de la información (imagen y sonido), señal que dada su naturaleza- requiere estar siendo transmitida de manera continua al receptor, a diferencia de lo que ocurre con la señal digital, en cuyo caso se envía de una vez, de manera codificada (6) y selectiva la información y es el terminal el encargado de decodificar y reconstituir esta información, en el lugar de recepción.

Así, el ancho de banda requerido por la señal analógica para transportar la correspondiente señal audiovisual, es superior al ancho de banda requerido para transmitir la misma señal, pero digitalizada. En Chile, un canal de televisión analógico necesita y dispone de un ancho de banda de 6 Megahertz (Mhz)(7) , ancho que, en otros países -es el caso de los países europeos- es de 8 Mhz (lo que deviene del estándar de transmisión analógica adoptado en su oportunidad, lo que se explicará más adelante). En estos 6 Mhz, lo que se utiliza son aproximadamente 4 Mhz para transmitir la señal de video y cerca de 2 Mhz para transmitir la señal de audio correspondiente.

¿Qué significa lo anterior desde el punto de vista de la administración y/o gestión del espectro radioeléctrico? Significa que la señal analógica, o mejor dicho la televisión analógica, es ineficiente espectralmente, porque a través de un canal o del ancho de banda asignado a un canal, sólo puede transmitirse -y sólo puede recibirse- una señal audiovisual y nada más. Esto es lo que se denomina ineficiencia intrabanda (dentro de la respectiva banda de frecuencias). Asimismo, dadas las características y la vulnerabilidad a interferencias que tiene la señal analógica, existen frecuencias adyacentes a las bandas asignadas para radiodifusión televisiva que no pueden ser utilizadas, que deben mantenerse en desuso para servir de protección a las primeras; por ejemplo, en el caso de la Región Metropolitana, que corresponde al grupo número dos de canales en la banda VHF analógica.(8) no se pueden utilizar los canales Nºs 3, 6, 8, 10 y 12, todas frecuencias que se mantienen en desuso para efectos de permitir la adecuada transmisión del resto de los canales. Esto es lo que se denomina ineficiencia interbanda (fuera de la respectiva banda de frecuencias).

Por otra parte, y precisamente en virtud de las características antes enunciadas, la televisión analógica no es interactiva, es decir, no nos permite intercambiar información como nos lo permiten actualmente y de manera creciente otros servicios de telecomunicaciones, cuyos terminales están dotados de la inteligencia para ello y han hegemonizado el acceso a la denominada Sociedad de la Información. Aquí, en cambio, el espectador sólo recibe información constituida básicamente por una señal audiovisual y nada puede hacer al respecto, salvo cambiar de canal (o tomar el teléfono y llamar para adquirir aquella pócima milagrosa que nos hará bajar de peso). Por eso, hasta el momento pocos imaginarían a su aparato de televisión disputándole al computador tal liderazgo y difícilmente se pensaría en aquél como una herramienta para la infoalfabetización, aún cuando goce de un mayor posicionamiento en los estratos medios y bajos que el computador.

En este contexto, la televisión analógica tampoco es apta para un escenario de convergencia de medios, que es al que nos enfrentan hoy las telecomunicaciones, donde los contenidos y los servicios se independizan de la plataforma tecnológica en la cual se soportan o -visto de otra forma- donde a través de una misma plataforma tecnológica resulta factible proveer una multiplicidad de servicios tradicionalmente segmentados, tanto regulatoriamente como desde el punto de vista del mercado.

Biografía del autor/a

Jimena Gutiérrez Barbagelata

Abogada Subsecretaría de Telecomunicaciones